¿Alguna vez te has visto en medio de una gran tormenta de emociones?
¿Podrías sacar todo eso y
explicarte en pocas palabras?
Hay momentos de
nuestra vida que se presentan y yo en lo particular, me siento como ese faro
que está en medio del océano dando señales de que está ahí, con esa tesitura húmeda
y resbalosa del clima en un tiempo que se asienta como eterno, o sea, cada 5 o
6 segundos emito una señal que por momentos da la impresión de que desaparezco
en esa gran tormenta, pero no, ahí estoy señalizando majestuosa mi propia luz,
cual faro que no desespera por la tardanza de los marineros.
Pero un día, las
olas atraviesan los cristales, hace grietas en su cuerpo, el faro está
rompiéndose, su luz se apaga. Las olas
revientan los cristales de éste gran faro, hace grietas en mis gafas pero el
faro, o sea, yo, estoy aguantando aunque rompiéndose muchas cosas que,
afortunadamente, nada tienen que ver con la estructura… mi luz se apaga, mis
ojos se cierran y es ahí, cuando toca a mí espíritu alumbrar.
Así creo que nos
hemos sentido muchas veces. Un día te levantas y empiezan a surgir
contratiempos; oyes lo que no esperabas oír de esa persona importante para ti;
te entregas en medio de una discusión que no sabes ni cómo empezó; te tropiezas
con personas que te intoxican la esperanza; gritas y suplicas_ ¡ayuda!
¡Te necesito! ¿Por qué te fuiste tan pronto? ¡Me haces falta! ¿Por qué
estás tan lejos?
Todo lo que siento son grietas crujiendo desde mis dientes hasta mis entrañas,
mis huesos: estoy sola, estoy en caos porque también yo me fui de mí.
¡Ayuda, ayuda,
ayuda! O tal vez debería musitar – cuento conmigo y contigo- y eso sí me hace
renacer porque no te conozco a ti y así mismo, empiezo a conocerme a mí. Todos
somos nuevos, sin prejuicio, interesantes, atractivos…sin prejuicio que nos
anuncie. Solo tú ahí, nuevo y solo yo ahí, conmigo sin memoria del pasado.
Así se pueden
sentir ahora mismo muchas personas en estos momentos donde la sensación de
ahogo en un océano bravo, horrible y feroz sin brújulas, ni mapas para poder
(seguir) navegar… Cuántas creencias irracionales reforzadas por la “sociedad
del acuerdo terrible” nos están haciendo aguas en el espíritu, en la fe: en
nosotros.
Entonces, de pronto,
alguien me toma por entre las axilas, orienta mis sentidos y coloca mi atención
en una nueva oración, decreto, visión y consejo vital; me doy cuenta que sí
tengo herramientas para “reparar” el daño causado que, ahora mismo, resulta que
siento que toda esa destrucción era
necesaria para tener mi campo, mi terreno y mi cuerpo libre, limpio para poder
construir la obra, la que ahora sí se me antoja.
En esa tormenta que
rompió la brújula para que me enseñara a convivir con las estrellas haciendo un
mapa que me trazo a la medida de mi sentido-objetivo-sensación de vida y
entonces ese faro sin luz que soy yo, vuelve a brillar desde el espíritu con la
bella-vital-natural luz que da señal de dónde estoy hacia dónde navego en compañía
del sol, la mar, las estrellas y claro está las ánimas divinas que me orientan
hacia donde ir o no para seguir la ruta de mi convenio natural con Dios.
Mi crecimiento
personal me ha ayudado a pasar esas tormentas haciéndome el mínimo daño y
revelando todo el potencial de mi propia capacidad.
El que me ha hecho
mal; el que me bloqueó y me hizo parar, de su maldad yo saco la bondad de
reflexionar y seguir avanzando. En mi crecimiento he utilizado mi coraje y el
miedo para reinventarme, he sido atrevida, echada pa´lante al ir por camino
inexplorados por mí, pero con certeza abriendo brecha que marca camino; hacer
de lo imposible un dato que me hace sonreír al tenerlo posible en las bolsas de
mis riquezas y así dejar de lado el “vencer” por convivir con las muchas
tormentas que han venido arrancando de tajo lo que mis apegos, jamás me
hubieran aconsejado hacer.
Y todo comenzó por
una cita que propuso una palabra que atrajo mi atención antigua, ancestral tal
vez, milenaria que desde entonces no ha tomado como opción parar: ahí estoy
ahora, escribiendo el que será el libro antiguo de los tesoros pero, tiene un
detalle mágico, no tiene índice porque ese, me lo reservo para el orden que
quiera darle el tiempo, mi eternidad y la voluntad de Dios que se ha puesto de
acuerdo a mi favor por el amor que me tiene, me salva y presenta vivo, feliz y
con la gran plenitud y gran mística esencia del propio, es decir, mi propio vacío.

Ahora te toca a ti
experimentar un viaje en donde ya empezó para ti, como lo fue para mí, de
pronto, en un instante no consciente que despertó mis ganas, avivó mi fuego y
descubrió en medio de la nada la luz de un faro que también se nombra como tú.
Lola Asunción